El silencio de Rubén

Rubén
Tras su pérdida, me sentía como un cascarón; vacío, sin nada que diera sentido a mi vida. Para qué tener ilusión o esperanza, si la persona a la que tanto quise y seguía queriendo... ya no estaba.
Huyendo de todo lo que me recordaba a ella, de todo lo conocido y familiar, me fui a vivir a Destierro, un lugar pequeño y alejado en las montañas, con tan pocos habitantes, que sentí cómo me llamaba.
No quería relacionarme ni hablar con nadie, el resto de mi vida me dejaría llevar por la soledad.
Aria
La vida me daba una nueva oportunidad y pensaba aprovecharla al máximo. Sin rumbo fijo y dispuesta a todo, me dejé llevar y abandoné mis miedos. ¿Y si vivía la mayor aventura jamás pensada?
Con más dinero en el bolsillo del que podía necesitar, hice que mi vida hasta ese momento entrara en dos maletas, puse un dedo sobre el mapa y señalé Destierro, un pueblo que parecía muy acogedor y bonito, donde empezaría de cero.
Esperaba conocer nuevas amistades y, sobre todo, no sentirme sola nunca más.